Hoy sonrío, mucho.
Esta segunda parte del enorme reto que suponía (y supone) para mí este curso se me está haciendo más dura aún que la primera. Pero ahora, a estas horas en las que debería estar durmiendo, ahora, sonrío. Y es que ahora sólo me separan de tus (a)brazos un avión y treinta días. Un sólo muy en cursiva, muy entre comillas. Porque el tiempo cuando quiere avanza muy despacio, porque últimamente tengo demasiados malos días. Porque esta noche voy a dormir sola, como tantas otras noches ya y como tantas otras quedan. Pero ahora tengo un momento en que centrarme cuando no encuentre las sonrisas, un lugar donde encontrar la calma todas las veces que me falta.
Ahora tengo treinta días que tachar en el calendario, tengo treinta días que comerme.
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