Hay momentos en que necesitas gritar todo lo que te retumba en la cabeza. Sólo gritar. No es soltarlo todo en una hoja en blanco. No es hablar con nadie. No es que te escuchen. Cuando ya no puedes seguir susurrando, se trata sólo de gritar. Gritarle al aire. Bienvenidos. Este es mi aire.